sábado, 2 de abril de 2011

Entrevista a Miguel Gallardo, autor del libro "María y Yo"

María, una joven autista, viaja a Gran Canaria en compañía de su padre Miguel para pasar las vacaciones en un resort. Los dibujos se han convertido en un buen medio de comunicación para ambos, pero los problemas de convivencia son a veces inevitables. Este documental aúna las pequeñas y grandes vivencias de María y Miguel para acercarnos al autismo de una forma natural. Un cuaderno de viaje que quiere retratar la relación de afecto entre un padre y su hija, independientemente de las barreras.

"María y yo" es un largometraje documental que se adentra en el autismo a través de un caso concreto: el del dibujante Miguel Gallardo y su hija María, de 14 años. La película sirve de adaptación cinematográfica para uno de los cómics del propio Gallardo y ha sido dirigida por el debutante Félix Fernández de Castro. El día a día de los protagonistas, con sus pequeñas alegrías y sus problemas de convivencia, se muestra al espectador con naturalidad, intentando aportar una mirada diferente sobre la discapacidad de la joven.

El documental también incluye testimonios de las personas que realmente conocen a los protagonistas y algunas opiniones anónimas. Los creadores de "María y yo" han apostado por un estilo más cinematográfico que reporteril. La música se convierte en un elemento emocional para acompañar algunas escenas (suenan Vetusta Morla y Kevin Johansen, entre otros), aunque el propio Miguel Gallardo ejerce de narrador.
14-05-2010El autor de cómic Miguel Gallardo y al realizador Félix Fernández de Castro presentan el documental María y yo. Una historia original, llena de humor y sinceridad, basada en la novela gráfica del mismo título de Miguel Gallardo. Cuenta la historia de María, su hija autista, que vive con la madre. Gallardo y María se van juntos de vacaciones a un complejo turístico, un escenario poco habitual para un padre solo con una hija autista de catorce años. Entrevistamos a Miguel Gallardo que nos cuenta algunas de sus experiencias como padre de una joven autista y como ilustrador, y de cómo de entremezclan ambas.
Sin embargo, el espectro de los autismos reúne una clínica tan variada que no puede resumirse en las categorías del DSM. En uno de los polos del espectro se puede situar el autismo, con trastorno de la comunicación, y en el otro, los trastornos bipolares, que presentan trastornos relacionales y afectivos. Varones y mujeres se reparten de manera distinta en relación a cada uno de estos polos: los primeros son diagnosticados de autismo cuatro veces más que las mujeres y estas últimas son diagnosticadas de trastorno bipolar tres veces más que los primeros.
El aumento espectacular de los casos de autismo es el resultado del aplastamiento de la clínica que implica la categorización de los DSM. Dentro de diez años, uno de cada cincuenta individuos será diagnosticado como autista.
Pero hay una resistencia a ser incluido en estas etiquetas. De hecho, el DSM V, cuya publicación está prevista para el año 2012, eliminará el trastorno de Asperger como categoría individual y conservará la categoría de trastorno del espectro autista.
El futuro del espectro de los autismos, difícil de mantener --señaló-, son los autistas mismos, la particularidad específica de cada uno de ellos en tanto sujetos. Hemos podido ver su diversidad en las viñetas clínicas que hemos escuchado y, asimismo, cómo los distintos terapeutas se dirigían a cada sujeto autista para producir efectos terapéuticos.
Si en la paranoia el sujeto sitúa el goce en un Otro de mala fe que lo persigue, y en la esquizofrenia, lo sitúa en el cuerpo y sus órganos, Éric Laurent propone situar el goce, en el autismo, en un borde.
El encapsulamiento autista permite tener un cuerpo: en lugar de la imagen, hay una cápsula que define el espacio de seguridad del autista, le da un límite protector frente a un Otro amenazante. En terapia, ese borde puede desplazarse, aflojarse constituyendo un espacio que no es ni del uno ni del otro, y donde puede producirse cierto intercambio con un Otro, que no es el Otro amenazador situado fuera del borde. Es un espacio de cierto juego.

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